Miramos la ría como elemento diferenciador del Bilbao Metropolitano para el ocio y el deporte. Pero la ría no es solo un canal de agua, menos sucia que hace unos años, del que la ciudadanía puede seguir aprovechándose ahora de otras formas: la ría albergaba una riquísima vida natural que quedó destruida en nuestro desarrollo y por la que continuamos sin hacer nada.
Al pensar en devolverle el estado que se merece, ensanchemos la mirada y demos también cabida a esa vida natural; en una mínima parte aún es posible. Existen pequeños espacios a proteger donde es posible dar cobijo a la vida silvestre y que servirían además para, si no reparar, sí demostrar que somos conscientes del daño causado. Servirían a la vida silvestre para vivir y a la ciudadanía para aprender a convivir.
La vega de Lamiako-Leioa es, en toda la ría, el único espacio recuperable como marisma; dos infraestructuras lo amenazan (una EDAR y un tranvía) y hay proyectos para edificar el resto del espacio. Si la tan cacareada sostenibilidad no supone, al parecer, más allá de no echar piedras sobre nuestros tejados, aún nos queda mucho que evolucionar hasta llegar a respetar también el derecho a existir de los demás seres vivos de este planeta.
(Carta al Director publicada en Deia en respuesta a la carta Bien por la Ría aparecida el 31 de julio)
Suscrito con este mensaje todo lo dicho. Gracias por cuidárnosla.
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