El 19 de noviembre de 2002 se producía frente a la costa de la Muerte en Galicia el hundimiento del Prestige que, con el vertido de 77.000 toneladas de petroleo, provocó uno de los mayores desastres medioambientales de la historia de la navegación y que afectó desde el norte de Portugal a las Landas de Francia.
La respuesta fué otra marea, ésta vez blanca, de voluntari@s, que se lanzó a a las costas a retirar el txapapote y a rescatar las aves que llegaban petroleadas a las costas; iba acompañada de un clamor popular que gritaba Nunca máis.
El 13 de noviembre de 2013 conocíamos la sentencia que, en conclusión, afirma que la catástrofe medioambiental del Prestige no tuvo responsables y sólo condena al capitán del petrolero a nueve meses de prisión por un delito de desobediencia grave a la autoridad.
Sale no barato ¡gratis!.
Así el grito de Nunca máis debe estar provocando sus carcajadas.
Así seguiremos con Moitos máis
Así el grito de Nunca máis debe estar provocando sus carcajadas.
Así seguiremos con Moitos máis
No hay palabras para tanta indignación.
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